"Todos los avances significativos fueron rupturas en las antiguas formas de pensar"
Thomas Kuhn

martes, 13 de abril de 2010

Naturaleza humana


Sin ninguna duda, de todos los factores relacionados con el Management, el humano es el que más trabajo da. Cuando los problemas se presentan en la tecnología, los procesos, la estructura, las finanzas, el mercado, los sistemas o la operación, por citar algunos de los ámbitos relacionados con el vasto campo de la administración, siempre habrá a la mano maneras probadas de solucionarlos, que pueden ir desde remedios “by the book”, hasta la aplicación de lo que la experiencia ha enseñado en situaciones similares enfrentadas en el pasado.

Sin embargo, cuando las dificultades tienen que ver con la gente, no hay libro que valga ni receta que funcione; por lo menos, no si se pretende repetir al pie de la letra lo que en ellos dice, o si se trata de calcar la manera como en otras organizaciones lidiaron con problemas parecidos. La razón por la que no se puede dar un simple “copy-paste”, como se diría ahora, es muy evidente: el ser humano es muy complejo, y por lo tanto, entenderlo, predecir su comportamiento y actuar sobre su conducta, sea para reforzarla o para cambiarla, es una tarea difícil, sobre todo cuando se pretende hacer sin estar conscientes de esa complejidad.

Se puede recurrir a lo dicho por cuatro célebres personajes, para comprender la magnitud del reto de entender a nuestros congéneres (y por ende, a nosotros mismos). Primero, lo afirmado por el gran trágico griego Sófocles: “muchas cosas hay misteriosas, pero ninguna tan misteriosa como el hombre” (si este dramaturgo viviera en nuestra época, tendría que añadir…”y la mujer”, para no ser tachado de misógino, aunque en realidad se refería al ser humano, independientemente del género).

En efecto, el ser humano es el misterio de los misterios, por lo menos cuando nos referimos a este mundo y no a lo sobrenatural, que ya se cuece aparte. ¿Por qué actuamos como lo hacemos, por qué de repente podemos tener reacciones inesperadas, que se apartan de nuestros patrones habituales de conducta, por qué a veces nos comportamos como ángeles y a veces como demonios? En el terreno laboral, ¿qué es lo que hace que algunos se comprometan y den un valor agregado a su trabajo, y otros apenas hagan el mínimo esfuerzo, o incluso menos que eso? ¿Por qué el jefe, que hace media hora estaba tan de buenas, ahora está repartiendo azotes a diestra y siniestra?

Las dos caras de la luna

La segunda frase es de Mark Twain: “Todo hombre es como la luna: con una cara oscura que a nadie enseña”. Entonces, lo que vemos no es todo lo que hay; detrás de cada Jekyll se oculta un Mr. Hyde (como bien lo hizo notar Robert Louis Stevenson en su famosa novela), o, como diría alguien más, “caras vemos, perversiones no sabemos”. Esa es, sin duda, una de las razones del misterio del que hablaba Sófocles.

¿Quién es mi jefe, el que hace media hora estaba tan de buenas, o el que me acaba de azotar? De acuerdo con este enfoque, los dos. A veces es el angelito el que nos convence con lo que nos susurra al oído derecho, a veces el diablillo el que lo hace, gritándonos en el oído izquierdo. Para hacer más complejo el asunto, no necesariamente conocemos nuestra cara oscura; es más, podríamos ni saber que ahí está, hasta que algo la hace aparecer. La cara oculta puede ser conocida y manipulada por nosotros, pero también desconocida e inconsciente.

El tercer personaje que puede ayudarnos a entender la complejidad del ser humano es Johann W. Goethe, el gran poeta alemán que conoció tan bien las profundidades del alma. Él dijo que “no sólo lo congénito, sino lo adquirido forma al hombre”. Natura versus cultura, el eterno dilema de si somos más genes que aprendizaje, o más aprendizaje que genes. El hecho es que las dos cosas hacen que seamos lo que somos. Quizás sea Natura la madre de Hyde y Cultura la de Jekyll. En ocasiones nuestro comportamiento es instintivo, brota del fondo, de nuestro “sistema operativo”, como se diría hoy, y en otras responde a las creencias y valores que nos han enseñado.

Finalmente, Jean Paul Sartre, el filósofo francés padre del existencialismo, dijo que “el hombre no es la suma de lo que tiene, sino la totalidad de lo que aún no tiene, de lo que podría ser”. Este es el gran mensaje de esperanza: no somos un producto terminado, siempre tenemos la posibilidad de crecer, de ser mejores, de madurar. Somos seres-en-movimiento… y eso también nos hace más complejos.

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