"Todos los avances significativos fueron rupturas en las antiguas formas de pensar"
Thomas Kuhn

miércoles, 24 de febrero de 2010

Ser creativo


Generalmente se piensa que la creatividad es algo reservado a los genios, y que tiene que ver fundamentalmente con la producción artística. Para quienes así lo creen, los creativos son los pintores, escultores, músicos, escritores, cineastas, diseñadores y hasta publicistas, pero no los hombres comunes y corrientes que no tienen nada que ver con esas actividades.

Sin embargo, hoy en día se sabe que ser creativo es algo a lo que se puede llegar, y que está al alcance de prácticamente cualquier persona que sea capaz de desarrollar esta habilidad. De hecho, la creatividad es una de las cinco mentes que el psicólogo Howard Gardner considera fundamentales para poder moverse con comodidad (más aún, casi casi para poder sobrevivir) en este siglo XXI.

martes, 16 de febrero de 2010

Incertidumbre


El famoso economista canadiense-norteamericano John Kenneth Galbraight, fallecido hace casi cuatro años, publicó en 1977 un libro cuyo título, “La era de la incertidumbre”, describe muy bien a nuestra época, en la que las certezas fueron sustituidas por las probabilidades. Darse cuenta de esta nueva realidad llevó al poeta francés Paul Valèry a decir que “el futuro ya no es lo que era”, y al novelista checo Milan Kundera a afirmar que “todo el mundo se equivoca acerca del porvenir”.

El que vivamos en un mundo así ha hecho que la Harvard Economic Society haya asegurado, a principios de noviembre de 1929, que era imposible una recesión en los Estados Unidos (misma que se dio tan sólo unos días después); que Francoise Mitterrand haya declarado a Le Monde que seguramente a él no le tocaría ver la caída del muro de Berlín, un día antes de que esto ocurriera, y que la revista Business Week haya publicado, en los setentas, que la industria automotriz japonesa no podría conquistar ni un pequeño porcentaje del mercado americano.

viernes, 12 de febrero de 2010

Poner en común


Como cualquier persona podrá constatar fácilmente con base en su propia experiencia, las relaciones interpersonales no son fáciles y a menudo es grande el esfuerzo que las partes tienen que hacer para que sean sanas y productivas, superando los problemas, conflictos y malos entendidos que se suelen dar en ellas.

Quizás uno de los factores que más entorpecen las posibilidades de una buena comunicación, es el marco de referencia de los interactuantes, que se define como la forma particular que las personas tenemos de percibir la realidad y de darle significado a la información que recibimos. Este marco de referencia es producto de nuestra historia personal, las experiencias que hemos tenido a lo largo de nuestra vida, la educación que hemos recibido, nuestros objetivos e intereses, valores y creencias, conocimientos y habilidades, e incluso del estado físico y anímico en el que nos encontramos en un momento dado.

martes, 2 de febrero de 2010

¿Dónde quedó el hombre?

16 jóvenes inocentes asesinados brutalmente, a mansalva, cuando celebraban el cumpleaños de uno de ellos. Ráfagas de metralletas accionadas por cobardes, por gente (¿gente?) que sustenta su poder en un arma. ¿A dónde hemos llegado? ¿Qué nos falta por ver? ¿Dónde quedó la humanidad, dónde la supuesta imagen y semejanza con Dios? Pobre país, sumido en el delito, la corrupción, la impunidad. Pobres ciudadanos, indefensos ante aquéllos que utilizan su dinero, su influencia, su poder o sus armas para pasar por encima de quien sea.
La sangre de esos muchachos clamará justicia hasta que alguien la haga (¿algún día será eso?).
Urge hacer algo aquí. El país se está desmoronando y hay quienes todavía no se dan cuenta de ello.
Es triste y es trágico ver cómo hemos dilapidado el enorme capital que se nos dio. El estado de derecho está siendo sustituido por la ley de la selva.
¿Qué podemos hacer los que estamos ya hartos de esta situación y preocupados por lo que todo esto podría acarrear en el corto, muy corto plazo?
A muchos solo les importan sus intereses, su bienestar, su presente, y lo que pase o deje de pasar aquí les tiene sin cuidado, aunque en el discurso, el país está por encima de todo. Qué bien mentimos, eso sí se nos da, como lo ha demostrado Sara Sefchovich. Pero no se puede mentir a todos todo el tiempo.
Está sonando la tercera llamada. No habrá una cuarta.

Decidir bien


La toma de decisiones es un proceso crítico para cualquier organización, porque de él depende su capacidad para hacer frente de manera efectiva y oportuna a los constantes retos que le plantea su entorno, y su habilidad para adelantarse a los acontecimientos y construir el futuro que desean alcanzar.

Hay muchos métodos para aumentar las probabilidades de que las decisiones que se tomen sean las adecuadas. De lo que se trata en última instancia es de que la alternativa que se elija sea la que más beneficios y menos riesgos represente. Por eso, hacer un buen análisis de la información disponible, aunado a tener claro lo que se pretende con la decisión, contribuye en mucho a lograr ese objetivo.

Tomar una buena decisión es elegir la mejor alternativa o curso de acción, en función del resultado esperado y de los recursos disponibles. Independientemente del método que se elija para tomarla, en términos generales el proceso que se sigue consta de los pasos que se detallarán a continuación.

Lo primero que hay que hacer es tener bien claro lo que se quiere decidir, para no perderse en el camino. En este sentido, ayuda ponerle nombre a la decisión, es decir, expresar de manera sencilla el propósito que se persigue con ella. A continuación, se debe hacer un análisis de los recursos con los que se cuenta (tiempo, información, gente, dinero, tecnología y todo aquello que se tenga). Paralelamente, se definen con precisión los resultados esperados con la decisión (lo que se quiere lograr en términos generales).

La lista de los recursos, por un lado, y la de los resultados esperados, por el otro, sirven de base para establecer los objetivos de la decisión, entendidos como las características que deberá tener la alternativa que se elija. Los objetivos son el primer gran componente de una buena toma de decisiones, por lo que resulta paradójico que muchas veces las personas o equipos encargados de tomarlas no los hayan definido, lo que hace muy probable que la decisión que finalmente se tome no sea la adecuada.

Importancia de los objetivos

Los objetivos de la decisión son muy importantes porque permiten dos cosas: una, eliminar alternativas; dos, encontrar aquéllas que mejor cumplen los resultados que esperamos.

La eliminación de alternativas se hace mediante los objetivos que, por decirlo de alguna forma, no estamos dispuestos a perdonar. Cuando definimos qué características debe tener una alternativa para ser considerada como tal, estamos dando el primer paso para que todas las que no cuentan con ellas, se descarten sin mayor miramiento. Esta criba reduce el número de opciones y nos acerca al logro de los objetivos que perseguimos con la decisión.

Una vez eliminadas estas alternativas que no pasaron la prueba, se evalúan las que sobrevivieron; para ello, se analizan en función de las características, u objetivos, que nos gustaría que cumplieran, pero que no son indispensables. Conviene que estos objetivos deseados se ponderen, ya que seguramente algunos de ellos serán más importantes que otros, o simplemente se preferirán sobre los otros.

Entonces, se analiza en qué grado las alternativas disponibles llenan lo que buscamos. Para ello, se puede calificar este nivel de satisfacción que da cada una a los objetivos deseados, con lo que contaremos con una calificación final por alternativa. Podría pensarse que la alternativa a elegir será la que mejor calificada resulte; sin embargo, falta todavía un paso fundamental: evaluar el riesgo, que es el segundo gran componente de la toma de decisiones.

Toda decisión implica uno o varios riesgos, mismos que hay que anticipar y evaluar, para terminar el proceso seguros de que estamos eligiendo la mejor alternativa posible con los elementos de que disponemos. Ya se había comentado que la mejor alternativa es la que más beneficios (cumplimiento de los objetivos buscados) y menos riesgos presenta.

Cuando se sigue un proceso como el referido o alguno similar, la toma de decisiones se vuelve ordenada, la información se aprovecha al máximo, las probabilidades de éxito se incrementan y el peligro de que se fracase disminuye. Por supuesto que ningún proceso, por más racional que sea, será totalmente objetivo, lo que por cierto no es malo: en la toma de decisiones también debe intervenir la intuición, el “olfato”, el sexto sentido, o como se le quiera llamar al hecho de que los seres humanos somos capaces de ver con el corazón (por eso se llaman también “corazonadas”) lo que a veces es invisible para la razón.

Sea cual sea el método elegido, decidir bien puede marcar la diferencia entre sobrevivir o salir de la jugada.