martes, 23 de marzo de 2010
Management místico
Santa Teresa de Ávila (1515-1582), doctora de la Iglesia, mística y autora, entre otras obras, de “Las Moradas”, una de las cumbres de la literatura religiosa católica, fue también fundadora, junto con San Juan de la Cruz, de la orden de las Carmelitas Descalzas, y superiora de varios de sus monasterios. Esta faceta, poco conocida, de la santa, se muestra en un escrito titulado “Avisos de la Madre Teresa de Jesús para sus monjas”.
¿Qué le exigía la directora del convento a su grey? Sorprendentemente, algunas cosas que hoy siguen siendo más que vigentes, y otras que no estaría mal incorporar a la moderna gestión de negocios. Muchas están relacionadas con la comunicación. Por ejemplo, habla de lo que hoy entendemos como empatía cuando les pide “acomodarse a la complexión de aquél con quien trata: con el alegre, alegre; y con el triste, triste; en fin, hacerse todo a todos, para ganarlos a todos”.
Varias de sus reglas tienen que ver con la prudencia al relacionarse con los demás: “Nunca hablar sin pensarlo bien, y encomendarlo mucho a Nuestro Señor, para que no hable cosa que le desagrade”; “nunca afirme cosa sin saberla primero”. Por cierto, esta última disposición, y algunas más, claramente están destinadas a evitar lo que ahora conocemos como “Radio Pasillo”, tierra fértil para los chismes y rumores. Para muestra, unos botones: “jamás de nadie oigas ni digas mal, sino de ti misma; y cuando holgares en esto, vas bien aprovechando”; “en cosas que no le va ni le viene, no sea curiosa en hablarlas ni preguntarlas”.
La comunicación, además, debe ser discreta: “Nunca porfiar mucho, en especial en cosas que va poco” (lo que en el lenguaje moderno significa “no hay que ser tercos y aferrarse a las ideas propias, sobre todo cuando el asunto no tiene importancia”); nunca encarecer mucho las cosas, sino con moderación decir lo que se siente” (o, dicho de otra forma, no hay que hacer aspavientos, ni exagerar, ni armar escándalos); “hablar a todos con alegría moderada”; “nunca se entremeta a dar su parecer en todas las cosas, si no se lo piden o la caridad lo demanda”.
Humildad y respeto
Santa Teresa hizo mucho énfasis en pedir a las religiosas que estaban bajo su mando que fueran humildes, y que las relaciones entre ellas estuvieran fincadas en el respeto y la consideración. Por eso, les mandaba: “ser modesta en todas las cosas que hiciere y tratare”; “nunca decir cosa suya digna de loor, como de su ciencia, virtudes, linaje, si no tiene esperanza que habrá provecho; y entonces sea con humildad y con consideración, que aquéllos son dones de la mano de Dios” (hoy se diría, simplemente, que no hay que echar tanta crema a los tacos).
Ahora que en las organizaciones es tan importante el trabajo en equipo, basado en relaciones de colaboración y apoyo, la lección de la santa es clara: “huya siempre la singularidad cuanto le fuere posible, que es mal grande para la comunidad”; esto significa que no hay que caer en protagonismos, porque trabajar para uno sin considerar el objetivo común es “mal grande” para la organización como un todo.
En las relaciones interpersonales debía manifestarse también esta forma de ser. Por eso, una regla era “de ninguna cosa hacer burla”. Cuando fuera necesario reprender a alguien, tendría que hacerse con “discreción y humildad”. En este mismo sentido, los jefes de hoy bien podrían seguir la consigna de Teresa: “nunca siendo superior reprenda a nadie con ira sino cuando sea pasada, y así aprovechará la reprensión”.
Antes que criticar a otros, o burlarse de ellos, hay que trabajar en uno mismo, que mucho hay por hacer ahí: “con todos sea mansa, y consigo rigurosa”;
“en cualquier obra y hora examina tu conciencia, y, vistas tus faltas, procura la enmienda con el divino favor, y por este camino alcanzarás la perfección”; “no pienses faltas ajenas, sino las virtudes y tus propias faltas”.
Al asumir esa actitud autocrítica que lleva a la mejora, se pasa de ser juez a modelo: “procure mucho la perfección y devoción, y con ella hacer todas las cosas”, lo que implica, en el lenguaje actual del management, buscar siempre la calidad y la pasión en lo que se hace.
Se puede terminar esta revisión de la Teresa líder con una exigencia que les hacía a sus monjas, que en la actualidad, a la luz de la responsabilidad social, de la administración por valores y de la congruencia que se busca entre el decir y el actuar, resulta plenamente aplicable: “jamás haga cosa que no pueda hacer delante de todos”.
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